De repente, en la aplicación de mensajería de una red social, un día a finales del mes pasado, en febrero, recibo juntos tres o cuatro mensajes de felicitación de Año Nuevo. Incluso uno enviado la víspera, el 31 de diciembre de 2024. ¿Dónde andará? Esta inesperada correspondencia me hace pensar, en primer término, que en aquellos días augurábamos, la verdad, un año menos incierto. Por otra parte, imagino que entonces había en la aplicación un intenso tráfico de mensajes de felicitación y me ha resultado reconfortante ver cómo algunos se han reconvertido al tiempo analógico para llegar hasta mis manos: han transitado desde ciudades distantes caminando.
[Epigrama VI-02]