26 de diciembre, martes. Cuestión de procedimiento


Veo los capítulos de una serie francesa, Une si longue nuit, hermoso título que aquí se convierte en el rimbombante «La noche más larga». Me llama la atención un subtema que ya he observado en otras películas y series. En esta, tanto el comisario como la abogada del acusado son personajes brillantes, pero  desentonan en el contexto donde aparecen. La razón es fácil de comprender: van a la suya. Quiero decir, no actúan guiados por un procedimiento, ni le prestan atención a las normas, lo que desluce sus resultados. Me ha dado qué pensar, porque desde el primer momento he sentido simpatía por ambos.

         Mi generación creo que comprende muy bien el punto de vista del comisario y de la abogada, aunque en la serie parezcan antagónicos. Soy consciente de lo deficiente que resultó la formación que me dieron, tanto en el viejo bachillerato —memorístico, jerárquico, de contenidos genéricos— como en la masificada y funcionarial universidad a la que asistí. A partir de este punto, el conocimiento que se me ha exigido al realizar las tareas profesionales que he emprendido ha corrido de mi cuenta, y especialmente, de mi experiencia. No entendido este término como tiempo de desarrollo, sino como tiempo de aprendizaje. Ahora bien, aprender con la experiencia tiene sus desventajas, y la fundamental es que está condicionado por la propia personalidad de quien aprende en lugar de por un procedimiento objetivo. Es lo que argumenta a la abogada frente a la colega novata: «yo no tengo método, me fio solo de mi intuición».

         Las generaciones del presente se sitúan en el polo opuesto a la que he descrito como mía. En general han tenido una buena formación: extraordinaria en el caso de BUP, razonable en el bachillerato actual, facultades modernas, profesorado competente, masters por doquier, erasmus variados. Luego, cada empresa dedica infinidad de horas al adiestramiento de empleados. Cursos, cursillos, reuniones, intercambios, estancias conjuntas. Y, sobre todo, una formación férreamente vinculada a los procesos, procedimientos, pautas, normas, métodos, etcétera. Con un único fin: que la experiencia —como tiempo de aprendizaje— no se filtre nunca en la práctica profesional.

         Dos maneras de encarar las cuestiones. Lo que dice el reglamento, lo que sugiere la intuición. No me parece extraño que anden a la greña en series y películas. En general, no me puedo quejar, aún afeados, los personajes hechos a sí mismos suelen ser los héroes de la ficción. Es posible que también de la realidad. Pero no me hago ilusiones. El comisario de la serie acaba de jubilares. La nueva comisaria aplicará el procedimiento a rajatabla. No sé si lo hará mejor (la serie solo tiene una temporada), pero de lo que sí estoy seguro es de que el futuro es suyo. La experiencia como aprendizaje es ya un mito. Como la libertad de prensa cuando ya nadie lea los periódicos.