6 de septiembre, martes. Paradojas futbolísticas


De vez en cuando me cuelo en algún campo de fútbol de barrio y asisto al entrenamiento de un grupo de escolares, sentado entre sus pacientes padres. A poco que uno se fije en lo que ocurre dos aspectos le llaman la atención. El primero es que el entrenamiento se convierte, si todo va como se espera, en una coreografía. Los jugadores se mueven con una armonía que se diría científica, trazando perfectas líneas de un armazón conceptual exacto. El segundo es que estos movimientos están dirigidos solo por voces que mandan. No se explica, no se razona, solo se dan órdenes. En absoluto me extraña. El fútbol es una estructura jerarquizada, donde únicamente se tiene en cuenta una opinión, que, claro, se convierte para los demás en una orden. La paradoja es que siendo un juego tan antiguo régimen, es decir, tan antidemocrático, haya acabado convirtiéndose en el emblema de la democracia occidental.

[Libro V, Epigrama XXI]