Hoy se ha publicado en El Visir de Abisinia el último relatillo de los «Cuentos del Hada Jubilada». Es el número noventa y nueve, dentro de una de las series más extensas que he escrito desde que empecé a desarrollarlas como epicentro del trabajo creativo del blog. El primer «Cuento del Hada» se publicó el día 1 de junio de 2020. Iba ilustrado con la imagen de una libélula que había tomado en la ribera del Muga, junto a Les Escaules. El dato indica que mi propósito era redactar una serie mensual, es decir, de siete textos, que era el número de fotografías que tenía disponibles con este motivo. El cuento tenía una factura abstracta, de meditación aforística, pero de repente surge en el relato una «compañera de pupitre» que lo sitúa en otra dimensión, más próxima a la ironía del título.
A mediados de agosto, sin embargo, la serie continúa con cuatro relatos más, acompañados, claro, por un motivo fotográfico diferente. Once es buen número para cerrar una serie. La primera, puesto que el 1 de octubre ya aparece, con la segunda, el impulso de su larga extensión: cada texto va ilustrado con una ventana, la serie fotográfica más feraz que existe. Cada once capítulos fui reuniendo los textos en una temporada y hoy concluye la novena.
No estaba previsto, en absoluto, este final. Preparaba la décima, que debía empezar por el texto «cien». Esta circunstancia acabó por precipitar el cierre. Las listas de cien elementos eran cosa del autor, pero el Hada Jubilada ya había tenido oportunidad de desarrollar una personalidad propia que se resistía a resultar un calco de la mía. Lo vi enseguida. El Hada no quería un texto cien a su nombre. El final de la serie narrativa era una exigencia de su protagonista. Aunque a mí me iba estupendamente para rellenar muchos meses en los que no tenía textos de aire diferente que publicar. Los cuentos del Hada se mostraban siempre encantados de ocupar cuantos espacios aparecieran en la extraña y lunática labor de mantener un blog de creación literaria desde hace diecisiete años.
Voy a echar de menos al Hada. Me ha ayudado lo indecible a mirar lo que ocurre desde un punto de vista diferente al que, como hombre, suelo tener por inercia. Y también me ha proporcionado una autobiografía de ficción de una extremada lucidez, con unas vivencia infantiles y adolescentes que ya son para mí inolvidables. Suelo, en los cuentos del blog, alejarme lo más que pueda del sujeto que se expresa en cada relato; en este caso, el alejamiento, al cabo, ha constituido una maniobra de acercamiento a mí mismo inesperada e insólita. Cuanto más me distanciaba de mi pensamiento, más cerca me encontraba de mí mismo. Ha sido emocionante durante estos últimos cuatro años ser un Hada de cierta edad. Todo lo que se empieza es para acabarlo, incluso algún día, quizá no muy lejano, el propio blog que le dio cobijo cierre sus escritos. 2.027 textos publicados a día de hoy son cifras que agota solo pensarlas.
Ah, que no se me olvide anotar que la fotografía de ventana que acompaña el último cuento del Hada fue tomada en 2023, en Antequera, ciudad que, me temo, ha elegido el Hada para vivir en su definitiva jubilación.