12 de diciembre, lunes. Bagatelas


Una dirección de internet con diccionarios multilingües que uso de vez en cuando ha liberado todas sus aplicaciones para uso público y, claro, ha llenado cada página de publicidad. Es el trato: uno no paga, pero soporta anuncios. De acuerdo, está bien. Es el mundo que nos toca vivir. Hoy, mientras buscaba algunas palabras en otra lengua que he olvidado o que no conozco aún, ha llamado mi atención, al lado de la información que necesitaba, un enorme anuncio de bragas. Bragas estilo tanga, de las que cuesta incluso ver sus dimensiones en la pantalla. Como no tiene pinta de ser un producto precisamente barato, no concibo que solo se pague la tela de la pieza, una cantidad ínfima de materia. Imagino que se incluye en el precio la parte que no cubre. Hay de comprar, compruebo, hasta la desnudez. Aunque no sé de qué me asombro si delante de mis narices se alza el inmenso negocio del fútbol, que solo se basa en vender el producto que fabrica el propio consumidor, sus emociones. 

[Libro V, Epigrama XXVII]