Desde hace casi veinte años
controlo la difusión mensual de varios blogs de escritura literaria. En este
momento, nueve. Desde el principio me sigue sorprendiendo la asombrosa
regularidad de las visitas, lo único que el aparato cuenta, sean esta de unos
segundos por error o de varios minutos por lectura. Ante esa inexactitud
esencial hay que afirmar, desde el principio, que el cómputo de visitas nada
tiene que ver con la divulgación literaria ni mucho menos con el reconocimiento. Ni
siquiera, quizá, con el conocimiento.
Es solo un cómputo microscópico del incógnito funcionamiento brutal de la red.
Tan regular me pareció que establecí una ley: el
conjunto anual de visitas, dividido por doce, establece un número que es el que
se registra mes a mes, nunca por encima ni por debajo de un 20% de esta media.
Con el tiempo observé alagunas variantes que incluso fomentan esa regularidad:
en caso de superarse el 20%, el mismo fenómeno se advierte para el conjunto de
blogs, es decir, no es un aumento o disminución del tráfico del blog, sino de
la red. Estos últimos tiempos, sin embargo, he observado un fenómeno que arruina
mi ley. Computaba meses con un aumento de hasta el 500% en un único blog.
Asombrado por estas cifras, no me costó descubrir el origen mayoritario de esa
exageración. Un mes fue Shanghái, otro Taiwán, incluso otro mes fue Vietnam… La
conclusión aparece diáfana. Una serie de
máquinas ha estado aprendiendo a escribir en español con la ayuda de mi blog, y
a mí me ha convertido, de modo principal, en un escritor para computadoras. No
sé si apenarme o sentirme feliz por haber encontrado al fin quien aprecie mis
escritos.
[Epigrama VI-05]