—¿Qué
pinta esta noticia en las páginas de Cultura? ¿No trata de un accidente de
tránsito? Tengo la impresión que deberían cubrirla los de la sección de
Sucesos.
—La reclamamos nosotros, jefe, para el
espacio dedicado a la música. Afecta a un grupo. Un grupo importante en el
mundillo.
—Aunque no los conozca nadie.
—Ah, no, esa es una apreciación
injusta. Son nuevos, pero estaban subiendo como la espuma.
—Bueno, a ver qué habéis hecho. Léemela
en un momento y decido.
—¿Se la leo? ¿Ahora?
—Claro, cuándo va a ser.
—Empieza por el accidente. «La
furgoneta entró en la curva de una forma y a una velocidad inadecuadas…».
—A ver, ¿qué dice el parte de la
Guardia Civil? Esto no se entiende. O cogió la curva al revés o se pasó
aparentando el acelerador. Hay que poner lo que fue, no lo que quede bien.
—Fue lo que pasó. Si hubiera cogido mal
la curva a una velocidad adecuada, hubiera tenido tiempo de rectificar, y si la
hubiese tomado bien muy rápida no le hubiera pasado nada. Fue esa combinación
lo fatal. Posiblemente circularan un poco por encima de la velocidad permitida,
pero algo distrajo al conductor, no vio bien por dónde iba la carretera y ya no
tuvo opción de nada.
—No sé, no sé si me convences. Sigue.
—Sigo. «inadecuadas. El vehículo patinó
en el asfalto, perdió la dirección y fue a topar contra un árbol…».
—Alto ahí. ¿Un árbol?
—Sí, un árbol. Había un árbol junto al
arcén en mitad de la curva. Estaba protegido por un guardarraíl, pero aun así
el lateral de la furgoneta alcanzó el árbol.
—Ya, me lo creo, pero qué árbol. ¿Un tilo,
un olmo, un álamo? Hay que especificar, muchacho. No todo es música en la vida.
También hay árboles.
—Era un árbol de tronco grueso y alto.
Un olmo, quizá.
—Pues escribe «un olmo». Y continúa.
—«…contra un olmo. El impacto resultó
tan violento que la furgoneta salió despedida hacia el sentido opuesto de la
calzada, por donde en aquel fatídico instante circulaba un camión de reparto
que colisionó frontalmente contra la camioneta desbocada.»
—No dejas respirar al lector. Pero eso
no está mal. Nada mal. Adelante.
—«En el interior viajaban los cinco
integrantes del grupo de rock Los
Invencibles, junto a su representante, tres en el asiento delantero y tres
en el trasero, y todo su instrumental apilado en la zona de carga. En el
momento del accidente conducía el baterista del grupo…».
—No te pares, continúa.
—«La noche anterior habían tocado en
una sala de fiestas de Salamanca. Y la siguiente tenían cita en una discoteca
de Zaragoza. Al parecer, después de la
actuación, ya de madrugada, habían cargado los materiales y se habían lanzado a
la carretera. A la hora en la que se produjo la tragedia, cerca de las seis de
la mañana, posiblemente viajaban dormidos; todos, menos el conductor. Una de
las razones que se barajan es que el inadecuado acceso a la curva se debiera a
un súbito amodorramiento de quien estaba al volante. Los invencibles acababan de publicar su segundo disco, tras cuatro
años de actividad, en una gira con conciertos cada vez más multitudinarios. Las
ventas presagiaban un ascenso meteórico del grupo, que un árbol… que un olmo al
pie del camino ha segado para siempre. Un dramático accidente que se ha saldado
con seis héroes de la música abatidos sobre el asfalto». Luego va un suelto con
los nombres de todos los miembros del grupo y del representante fallecidos.
—Los de Sucesos no sabrían decirlo
mejor. Es vuestra la pieza. Mandadla a componer. ¿Tenéis fotos?
—Del grupo. De la última actuación. De
la furgoneta accidentada. Nos ha llegado de todo. No sé si se podría incluir
una llamada en primera página.
—Se lo comentaré al dire. Enhorabuena
por la cobertura. Vamos a salir antes que los diarios nacionales.
—No era nuestra intención, en la
redacción éramos seguidores del grupo, queríamos cubrirla aquí solo por respeto
a los músicos accidentados…
—Tonterías, las malas noticias son siempre las mejores.