En cierta ocasión entró en la
clase un periodista. Era un amigo que quería escribir un artículo sobre la
secundaria, en uno de aquellos breves momentos en los que la educación captaba
las miradas públicas. Concertamos que entrara en el aula sin decir nada, se
sentara en un asiento vacío y yo iniciara la clase normalmente. Transcurrida
media hora, le presentaría e iniciaríamos un pequeño debate con las preguntas
que les hiciera a muchachas y muchachos. Al entrar, cuando le señalé el lugar
vacío donde podía sentarse, su compañero de pupitre se lo quedó mirando y le
preguntó: «Oye, ¿tú cuántas veces has suspendido curso?». Me encantó la
anécdota, cuando mi amigo me la contó al final de la clase, porque es un
precioso ejemplo de lo que ocurre constantemente sin que nadie se dé cuenta: de
que la perspectiva sea la explicación. Para un alumno, quienes están sentados
frente al profesor son alumnos, y a partir de ese principio se organiza el
conocimiento.
[Libro V, Epigrama XI]