15 de agosto, lunes. ¿Quién reconoce los méritos?


Escribe —diré mejor: desvela— Enrique Lista, en un ensayo sobre fotografía, que son «Otros fotógrafos con posición ya reconocida en ese campo, comisarios, editores, críticos o coleccionistas, [quienes] tendrán más papel en la legitimación que el que pueda tener un supuesto público indiferenciado». Y me pregunto a continuación quiénes serán los lectores diferenciados capaces de legitimar a los poetas del presente. Los poetas con posición militan solo en la mediocridad de sus discípulos, los antólogos andan despistados, los editores cuando no publican premios parece que lo hagan al tuntún, los críticos no existen —los mejores reseñistas parecen asalariados de alguna editorial; los demás, ecos de ecos—, los coleccionistas (o mejor, compradores de libros) tan desorientados como el consumo en general. Pero sí existe una voluntad legitimadora en la poesía. La ejerce cada poeta sobre sí mismo. Se autoedita, se elogia, se publicita, se organiza actos y cuando hace todas estas cosas, el público, indiferente, le considera un gran poeta sin ninguna objeción. 

[Libro V, Epigrama XX]