3 de octubre, lunes. Repudio de agenda


Tengo previsto acudir hoy a un encuentro con conocidos para conversar sobre asuntos comunes. No me despierta ningún interés la cita, pero como me llamaron para que acudiera, eso sí me gustó. Aún no sé qué dimensión va a tener: ¿solo por la mañana? ¿Con comida incluida? ¿Seguiremos por la tarde? No es raro que me olvide de preguntar estas cuestiones prácticas. En el fondo, creo que prefiero no saberlas. Que haya algo imprevisto en lo que suceda. El control sobre todo cuanto va a ocurrir, lo que los contemporáneos llaman «agenda», me da la impresión, al vivirlo, de que ya lo he vivido antes de que pase. O lo que es peor, que los acontecimientos se viven solo porque está programados que ocurra de ese modo. Para cumplir horario. 

[Libro V, Epigrama XXIII]