3 de enero, martes. ¿Dónde dice que está el arte?


Visito un mercadillo de artesanía. Ropa, encuadernación, marroquinería, pequeños objetos cotidianos, joyería. Venden los propios artesanos. Cuando les pregunto por las razones de alguna pieza, no me responden como lo haría un comercial de una gran superficie, objetivando las maravillas del producto, sino que me cuentan su relación personal con ella. Como si estuviera hablando con quien ha convivido con lo que veo delante. No parece que vendan nada, solo conversan sobre sus propias experiencias. En los puestos no solo admiro el diseño de un objeto, sino las decisiones estéticas de todos los que están alrededor. Hay una coherencia sorprendente. Es más, hay un estilo que bien se podría denominar personal. Venden sus obras estos artesanos porque es su medio de vida. Trabajan durante la semana y los exponen en los mercadillos de los festivos para poder mantenerse durante la semana que sigue. Su creatividad está condicionada por esta necesidad, hecho que al mismo tiempo potencia aquella convirtiendo cualquier objeto cotidiano en una pieza única, elaborada con las artes y criterios de una personalidad compleja. A eso antes se le llamaba arte. Coincide que estos días también escucho las declaraciones de la directora de un museo de arte contemporáneo de mi ciudad. No se aparte, ni un ápice, en su perorata artística, del discurso sociológico, que si el arte debe de servir para la emancipación de unas y de otros, que si el museo ha de estar al servicio de los vecinos del barrio (como si fuera un ateneo, con bingo por las tardes, pienso), que el destino del planeta depende de las actitudes artísticas. En fin, y me pregunto si las palabras «artista» y «artesano» no habrán cambiado de significado sin que me haya dado cuenta. ¿No significa ya «artista» persona que tiene la vida resuelta y «artesano» persona que dependen de sí misma? De donde se deriva que los artesanos trabajan como artistas y los artistas ya son los artesanos del presente, es decir, los que asumen los discursos sociológicos del momento y les dan cuerpo sin siquiera aportar ni un ápice de personalidad propia. 

[Libro V, Epigrama XXVIII]